Ziuka continúa su viaje

En los brazos de él fue llevada al cuarto de baño. Más tarde se preguntaría cómo era posible que, si nunca había estado allí, conociese su casa y se moviese por ella sin dudas ni titubeos, como si fuese un habitante cotidiano; en cierto modo, parecia que la casa, aquella casa que ella tanto amaba, lo aceptaba también sin preguntas ni remilgos.
Sin encender la luz, alimentados sólo por la claridad que vivía aun desde la tarde luminosa y por las luces anaranjadas de la calle que se colaban por las ventanas, Ziuka fue puesta en la bañera. El preparó una ducha...caliente y humeante, y la fue empapando centímetro a centímetro, por todos sus ángulos, por todos sus rincones. El placer la inundaba con cada gota, y más cuando el agua subió a su pelo y comenzó a meterse entre sus cabellos guiada por los dedos de él, que le iban abriendo camino enredados en su melena morena.
Cerró el agua.
Cogió una pastilla de jabón y fue frotándola entre sus manos durante unos largos minutos...hasta que esas manos se embadurnaron completamente y desaparecieron bajo una capa blanca, espesa y olorosa. Entonces comenzó a recorrerla con sus manos resbaladizas y ella quedaba caleada como una casa del sur. Sus pechos, su vientre, su espalda, su cuello, cada uno de sus muslos, sus nalgas....todo su cuerpo recibió atención y ternura.
Se sintió como una Bacante preparada para un antiguo ritual, que debe ser perfumada y acondicionada al gusto del sacrificio que se anuncia.
Después, de nuevo el agua y sus manos sabias la fueron limpiando y quedó temblorosa y líquida, excitada hasta el extremo...con las gotas de agua resbalandole desde su sexo hasta sus tobilos.
Entonces él se desnudó. Se metió en la bañera...y mirándola fijamente con su mirada verde ...abrió la mano de Ziuka y puso en ella la pastilla de jabón.