sábado, julio 23

Meu Abó


De toda mi larga y extensa familia solo salvo a mi abuelo materno, José Nicolás, al que todos llamaban "Rivas", y al que aun hoy idolatro y echo de menos.
Nació en 1900 y emigró a Cuba en 1914. Trabajó en los ingenios azucareros, aunque no llegó a ser jornalero, sinó que aprovechaba sus conocimientos de carpintería y habilidades de "zoqueiro". En 1933 volvió a casa, igual de pobre que cuando se marchó. En el barco y en el camino a la aldea conoció a una muchacha que había nacido en La Habana en 1912. El tenía 33 años y ella 21 y no tardaron en casarse e iniciar una vida juntos.
Crecí con ellos dos, mis padres y mis tres hermanos en tres habitaciones alquiladas en la casa de la señora A**. Recuerdo que teniamos derecho a la cocina unas horas al día. Recuerdo también que nos bañabamos en unas cubetas en el suelo de la cuadra. Recuerdo sobre todo el olor de leche agria y de grandes sábanas conteniendo requesón y cuajadas. Desde entonces no puedo comer queso, ni casi ningún producto lácteo.
Rivas era un hombre alto, derecho, enjuto y digno. También era alcohólico, pero de un modo suave y callado. Aun hoy me dicen los más viejos.."ao teu abuelo nunca se lle veu un mal xesto nin unha mala palabra".
Para su familia y para la mía era y es todavía la viva imagen del fracaso y de la inutilidad. Emigrado sin suerte y trabajador sin provecho.
Disfruté de él con pasión hasta los ocho años. Paseabamos por los prados, bajábamos por el río hasta el molino...Era un hombre callado, que miraba las cosas con ojos distintos a los demás, y caminabamos tardes enteras y pasábamos un par de horas sentados en una roca mirando simplemente los árboles o el caer de una fuente. Al volver a casa, sin motivo, ponía su mano en mi hombro y me acariciaba la cabeza. Y en ese silencio de 70 años de diferencia yo era feliz.
En 1976 le comenzó el Alzheimer. Y volvió a su Cuba amada y deseada. Cantaba canciones de las Zafras y los cañaverales, nos llamaba por nombres exoticos y pasaba las noches en vela como si estuviera en las tabernas del Malecón.
-"Eh Gazo, Yoyo...donde está ese ron¡¡. Si ves a Sandín dile que tiene a su mulata con el gitano jajajaja¡"
Ahora comprendo, que era feliz en aquellos días. A veces me llamaba y me decia:
-"¿Como te llamas muchacho? Oye, te digo una cosa,,,solo se vive una vez sabes..gastate el dinero y no trabajes mucho..no les hagas caso a todos estos pelados...XDD¡¡¡"

Estos días, caminando por la aldea he recorrido algunos de aquellos sitios de la infancia. La señora Lola ("A do relojero") y Marina ("A de Milleiro") a sus 90 años largos me saludan y después de charlar un rato no pueden evitar decirme lo que ya me han dicho muchas veces.
-"AY neniño..como te pareces a teu abuelo....e que parece que o estou vendo.""Mira que era bó, erache bó si...coas suas cousas pero nunca tivo unha mala palabra nin un mal xesto.."
Y no saben lo feliz que me hacen. Llevo con orgullo la herencia de sus andares cansados, de sus espaldas cargadas, y de su piel manchada y marcada que ahora estoy pasando a mi hijo.
(Y quizás por eso bebo ron cuando estoy triste).
Besos, abuelo.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El abuelo levantaría la cabeza orgulloso del impecable homenaje que le has hecho.
Un beso con ron ;)

20:43  
Anonymous Anónimo said...

Estoy con Sonela, es un gran homenaje.
¿Sabes? En parte, me siento identificado ccon tu abuelo, y no porque en septiembre me marche a La Habana durante un año, sino por otra cosa que no sé lo que es. No lo sé.
Toño.
www.disparodenieve.blogia.com

22:31  

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