viernes, abril 29

La Decadencia

Una extraordinaria mujer llega a recepción y deja la llave con una mirada que hiere y abrasa. No es una mujer que me despierte sentimientos de "vivir con ella para siempre"...es lo que los hombres, tan delicados nosotros, definimos en nuestras inefables charlas como "una hembraza".
Me asomo a la puerta para ver como se aleja por la acera: lenta, segura, felina, un bellísmimo y temible animal.
-"Madre de Dios"- pienso.
Dos ejecutivos vienen de vuelta: jóvenes, ricos, engreidos, inútiles. En lugar de seguir a la mujer se quedan embobados mirando un deportivo inglés.
Han perdido su instinto. Definitavamente la especie empeora, la decadencia está cerca.

jueves, abril 28

Ir de Bringue

Ya Stevenson afirmó que no había conocido pueblo más alegre que el polinesio (también escribió que sus orgías dejaban las bacanales romanas en juegos de niños...).
Actualmente sigue siendo así. Los turistas extranjeros (popa´a) no entienden el concepto tahitiano de fiesta. Para los alemanes, franceses, americanos, etc, la fiesta es algo que comienza y termina, que tiene un rito y un desarrollo (casi como un trabajo). Para el polinesio no.
Lo que se hace en las islas es salir "de Bringue" que es el no va mas de todas las fiestas. Se sale sin plan alguno y no se sabe ni en que va a acabar ni cuando ni donde. Puedes volver a casa a los veinte minutos...o a los tres dias.
Hay otra palabra que los define, una especie de cansancio melancólico que no se sabe de donde viene, un golpe de fatiga dulce y amarga a la vez ("fiu"). "Estoy fiu" se dice.
(Uno suele estar "fiu"...despues de una "bringue").
¿Nos vamos de Bringue?

Nocturno I

Un hombre pasea abatido su cuerpo por las calles invernales de una ciudad desierta y nocturna. Nieva y no lleva ropa de abrigo. Le acompaña una tristeza espesa y antigua, un dolor sobrehumano, y uno adivina que Dios o el Destino se han ensañado con él, pero que no lo merece. No protesta, no pide explicaciones, en silencio pasea sus heridas y pudorosamente las cubre en la soledad. Hasta los copos de nieves le piden perdón al tocarle.

miércoles, abril 27

Nighthawk

Lunes y martes ha estado Claudio conmigo (se acaba de marchar) para ayudarme a hacer el cierre, no fuera que me atascase en algo e hiciese una criba en la planilla. Una vez cerrado, la noche solo consiste en esperar la llegada de los clientes, aguantar algún que otro rollo, recibir a la señora Adelina con la prensa (05.00), recibir a Pepe el de la panaderia con su carga de 250 raciones de bollería (06.00), desayunar como un burro...y poco más. Un paraiso.
Internet, libros, alguna película, alguna persona interesante en ocasiones....paseos por el hotel callado y solitario. Se está bien. Estoy adaptándome a ser de nuevo Nighthawk, han pasado 17 años y el cuerpo tiene sus heridas. Quizás deje pasar un par de semanas antes de traerme trabajo aquí.

Vientos Maohi

Los Maohi tienen nombres propios para cada viento, dependiendo de por donde sople o lo que traiga o su intensidad o el momento del día.
El viento del noroeste se llama To´erau, un viento tropical o ecuatorial, distinto de cualquier otro viento en Tahití. Del sureste llega el Maraamu mucho más cálido y seco. El To´erau era amado porque traía la lluvia y la vida, obedecía el capricho de Tumu Ruperupe, dios de la lujuria y la abundancia.
Al igual que la cultura inuit conoce muchas formas de referirse a la nieve, también los maohi conocen así los vientos. Fueron los mejores navegantes del mundo, y en su paraiso oceánico, conocer el viento y poder preveerlo era la diferencia entre vivir y morir.

La Dignidad


Prisionero iraquí consolando a su hijo de cuatro años en el campo de agrupamiento de Nayaf, antes de ser evacuado con destino desconocido. (Foto de Jean Marc Bouju, tomada el 31 de marzo de 2003).
El hombre murmura palabras cariñosas mientras el niño tiembla y llora. En pocos instantes los separarán y le han cortado las esposas para que pueda abrazarlo y despedirse. El hombre sabe que quizás no vuelva a verlo, y un peso inmenso y negro le abruma, pero saca fuerzas para consolar la tristeza del pequeño.
En su gesto, en su mano izquierda en la frente del hijo, en su mano derecha descansando en su regazo hay una dignidad que nos redime a todos de nuestra verguenza y nuestra pasividad.
Maldita guerra, malditos todos, maldito yo.

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